Unhappy Meal

Algo huele a podrido en el único gran país que sigue reclamándose comunista cuando buena parte de sus periódicos explican alarmados que McDonald planea subir los precios de sus hamburguesas. La rampante inflación china ha metido en las casas no sólo las delicias de una sociedad de consumo sino también sus amarguras. El Happy Meal ya no puede ser feliz para todos. Como en todo capitalismo desenfrenado, y las grandes ciudades chinas representan uno de los más crueles, dar de comer a todo el mundo no resulta rentable. Quien quiera, que lo pague.

Al tiempo que crecen los restaurantes y bares de alto nivel, más gente deambula por la calle alargando cuencos vacíos hacia los más afortunados. Los precios de prácticamente todo se han disparado marcando cada vez más diferencias entre clases. Con la vivienda y la comida cada vez más caras, las desigualdades de las sociedades occidentales empiezan a parecer ridículas comparadas con las del comunismo chino. Ni siquiera las Happy Hour de Shanghai son ya todo lo alegre que eran hace unos años, llenas de ejecutivos que consumen Moët & Chandon y Chateau Lafite Rothschild.

No queda tan lejos la primera vez que los chinos se congregaron en torno a los mostradores de un McDonalds. Cuentan que las avalanchas provocaron entonces decenas de heridos. La imagen es mucho menos glamorosa que la de Nixon y Kruschev bebiendo Pepsi-cola en pequeñas copas, pero marca el camino que seguirá la sociedad. Hoy la cadena de hamburguesas cuenta ya con 326 restaurantes en China, el noveno país con más presencia. El Libro Rojo ya se lee con un Big Mac en la mano.

 

 

 

 

 

Actualización: Recuerda El País que en 2001 el primogénito de Kim-Jong iI, Kim Jong-nam, fue descubierto en 2001 intentando entrar a Japón con un pasaporte falso para visitar Disneyland. La entrada sobre China se queda pequeña.